Marquesitas a más de $120: lo que el queso de bola nos está diciendo

07 May, 2025

El aumento del precio del queso de bola no solo afecta nuestro bolsillo, también nos hace repensar el valor de nuestras tradiciones y el esfuerzo detrás de cada marquesita.



Hace unos días escuché en la radio rumbo al trabajo que el precio de las marquesitas había subido, y que el queso de bola estaba alcanzando cifras impensables. Me sorprendí cuando dijeron que una marquesita podía llegar a costar más de $120. Me quedé pensando en lo que significa eso, no solo por el golpe al bolsillo, sino por lo difícil que puede volverse para una familia de cuatro personas darse ese gusto que antes era tan cotidiano.

Desde niño, el queso de bola estuvo presente en mi familia. Entre postres, comidas y una que otra cena sencilla con francés y frijolitos. En mi casa no era de todos los días, pero cuando había, sabíamos que era algo especial. Partirlo, rallarlo, compartirlo… y en algunas ocasiones esconderlo para que no se acabe. Formaba parte de los momentos felices. 


El queso de bola, también conocido como queso Edam, llegó a Yucatán gracias al comercio marítimo con Europa. Los barcos que llegaban a los puertos de Progreso y Sisal traían este producto holandés que poco a poco se fue colando en nuestras cocinas y celebraciones. Se volvió ingrediente estrella en botanas, comidas, pasteles, empanadas, y por supuesto, en las marquesitas, que lo elevaron a nivel de antojo callejero por excelencia.

Hoy una bola de queso puede costar entre $700 y $800 pesos. Y las consecuencias están a la vista: las marquesitas, antes ese gustito de domingo que costaba $50 o $60, ahora rondan entre $85 y más de $120 pesos.


Sé que no es fácil. Ni para quien compra, ni para quien vende. Porque detrás del carrito de marquesitas hay familias que también enfrentan el alza de precios en todo. No es que quieran cobrar más, es que si no lo hacen, simplemente no salen las cuentas. La mantequilla cuesta más, el gas también. Y el queso… ese se disparó como nunca.

Y cuando eso pasa, también surgen los atajos. Aparecen los quesos “tipo Edam”, que no lo son. Mezclas de baja calidad, sin la misma textura ni sabor, que se venden como si fueran queso de bola auténtico. Esto no es un juicio: es una realidad. Y como consumidores, tenemos derecho a saber qué estamos comprando.


¿Sabías que…?

  • El queso de bola llegó a Yucatán en el siglo XIX a través del puerto de Progreso.
  • Originalmente era un producto de élite, pero en los años 70 y 80 se volvió más accesible y popular.
  • Las marquesitas nacieron en Mérida en los años 40, como un intento de atraer clientes en temporada baja de helados. Su mezcla perfecta de lo crujiente y lo salado fue irresistible.
  • Las empanadas de queso con jamón, los pasteles navideños y muchas botanas de fiesta en Yucatán no serían lo mismo sin este ingrediente.
  • Algunas familias aún conservan moldes y ralladores especiales solo para el queso de bola, como parte de una tradición que pasa de generación en generación.


¿Cómo identificar un queso de bola “pirata”?

  • Textura: El queso de bola original es firme pero se deshace suavemente al rallarlo. Los falsos suelen ser gomosos o secos.
  • Color: Debe tener un color amarillo claro, no demasiado brillante ni pálido.
  • Corteza: La cera roja debe estar perfectamente sellada, sin grietas ni burbujas.
  • Sabor: El auténtico Edam tiene un sabor salado, cremoso y ligeramente picante. Si sabe insípido o a plástico… desconfía.
  • Etiqueta: Verifica la marca. Hay empresas reconocidas que importan queso original. Si no tiene etiqueta o viene reempacado, es mejor cuestionarlo.


Hoy comparto esta reflexión con empatía. Porque entiendo al que extraña su marquesita de $50. Y también al que se ve obligado a subir el precio para poder seguir trabajando. Esto no va de culpables, va de reconocer una cadena compleja que nos está afectando a todos.

Quizá lo que nos toca ahora es estar más atentos, más informados. Preguntar, valorar, apoyar con lo que podamos. Y recordar que el sabor de nuestras tradiciones, ese que compartimos desde pequeños, merece seguir siendo parte de nuestra vida.

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